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jueves, 13 de enero de 2011

Qué difícil parece ser hoy en día mantener una pareja. ¿Será porque pretendemos exigir a los demás ser como queremos y no somos capaces de aceptar a los otros como son y pelear menos?

¿Por qué la gente se cansa de estar con alguien y cree que va a ser diferente con otra persona? Esto demuestra un exceso de optimismo.

El problema nunca es la persona con la que nos relacionamos sino el modo que tenemos de relacionarnos.

El amor no es un flechazo accidental que nos atraviesa el corazón de lado a lado, sino que es algo que se puede aprender. No se trata de encontrar a la persona ideal sino de una habilidad que hay que adquirir.

Los jóvenes inmaduros experimentan el amor, mientras que las personas maduras aprenden a amar, porque la madurez afectiva se caracteriza por la estabilidad emocional.

La mayoría cree en el amor romántico y la preocupación se centra en la búsqueda de alguien que los ame en lugar de encontrar a alguien para amar, porque el que da amor verdadero, no posesivo, recibe también amor genuino.

El amor verdadero y maduro significa unión, pero coservando ambos la propia individualidad. El amor es posible sólo en libertad, la envidia, los celos, la ambición, son pasiones y el amor no es una pasión es una actitud, una capacidad humana, no compulsiva. No es un arrebato sino una disposición permanente que consiste más en dar que en recibir.Y dar no significa renunciar o privarse de algo, sacrificarse ni empobrecerse, sino que constituye la más una bella expresión de poder que produce felicidad y vitalidad.

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